La narunera | BLANCA Y LUCAS
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BLANCA Y LUCAS

Category
Bodas
About This Project

BLANCA Y LUCAS, un vestido inspirado en  Audrey Hepburn y una boda gallega especialmente emotiva.

La historia de Blanca y Lucas es el reflejo perfecto de como  el destino siempre tienen la energía suficiente para hacer magia a su antojo.

Es la historia de una gallega y un madrileño que por motivos de trabajo llegaron a Londres y fruto de la más pura casualidad acabaron en la misma fiesta.

Blanca confundió a Lucas con otro amigo y le saludó alegremente, al instante se dio cuenta de que era otra persona y no podían parar de reírse, la conversación duró el resto de la noche y en ella descubrieron que tenían mucha gente en común y que incluso Blanca conocía a todos los hermanos de Lucas, esta fue la primera vez que se veían pero ya no fueron capaces de separarse.

El COVID fue sin duda un antes y un después en su relación, encerrados en Londres, sin poder salir y con todo el mundo en caos, recibieron la noticia de que la madre de Blanca estaba muy enferma, rápidamente pidió un  permiso especial en su trabajo, debía viajar a España y estar junto a ella.

Lucas, sin  pensarlo un momento viajó con ella y aunque esto nos parezca de lo más normal, en tiempos de COVID en los que arriesgábamos nuestra propia vida y la de los que nos rodean, la decisión de Lucas fue la mayor muestra de amor y generosidad que cualquiera podía esperar, eso hizo que Blanca se diera cuenta de que él era la persona adecuada, porque alguien que se juega literalmente su vida por amor es el compañero perfecto.

Desgraciadamente hoy en día la madre de Blanca no está con nosotros pero ella es el detonante y el motivo de que esa maravillosa boda se celebrara en Galicia, en homenaje a la mujer gallega y maravillosa que fue.

Lucas tenía muy claro que el anillo de pedida lo diseñaría junto a  Javier Gómez Zuloaga, amigo de la familia y reconocido joyero, no fue fácil, tardaron casi un año en crear la joya perfecta, una sortija de inspiración vintage y art decó, que encajara perfectamente con el estilo de Blanca.

La pedida fue de lo más original, de madrugada, un 10 se Septiembre, llegando a casa de una boda a la que habían asistido de invitados, él le dijo:

-Espérame en el jardín, tengo algo que te va a encantar

Blanca se creyó que le iba a traer algo rico, tanto que su contestación al verlo fue:

– ¡Pero esto no se come!

Desde el primer momento en que Blanca pensó en su vestido de novia tenía la idea clarísima, debía ser inspirado en su gran musa, Audrey Hepburn, y en aquel vestido midi que la propia actriz lució en 1957 en la película Funny face.

Para dar forma a esta idea no podían haber sido otros que  Macarena y a Javier, diseñadores en el atelier  From lista with love.Tras varias visitas a Madrid se pusieron manos a la obra.

Mantuvieron la esencia del vestido mezclándolo con otro enfoque más moderno y sustituyendo el tafetán rosa por pedrería y tul, siendo fieles a la forma y el largo del vestido original. La chaqueta y el tul eran completamente desmontables, así Blanca comenzó retirando el gran lazo en las primeras horas de la boda y acabó con un comodísimo y sensual vestido de cuello halter para el baile, siguiendo la estética actual de los vestidos de Givenchy. Los complementos perfectos fueron unos finísimos pendientes de aguamarinas de herencia familiar junto a unos zapatos de la marca Flordeasoka en terciopelo blancos y cintas en los tobillos que realzaban su figura.

Lucas por su parte optó por un chaqué clásico de la marca Hackett combinado con una corbata de Hermes vintage y el reloj que Blanca le regaló en la pedida.

Blanca, como ya podéis adivinar, mujer de ideas claras, supo que el catering se su boda no podía ir de la mano de otro que no fuese Pepe Solla, amigo de la familia y con la capacidad de crear en su boda el espectáculo gastronómico que ellos querían.

Fue a través de él, como llegaron al pazo Pegullal, un lugar en el que hasta la fecha prácticamente no se han celebrado eventos, pero de tal belleza que no podían dejar pasar la oportunidad.

El que fuera un lugar casi sin experiencias previas en eventos hacia que todo fuese más difícil, la logística se complicaba por momentos ¿cómo conseguir montar una boda de 200 personas en un lugar así?

Los preparativos fueron exhaustivos, cocinas portátiles, generadores, baños móviles, iluminación, cableados… y muchas cosas más que aunque no fue fácil, hoy sabemos que ha merecido la pena sin dudarlo.

Conseguimos centrar toda la idea y darle forma real, la cena sería bajo la Glicinia, ya que en Septiembre estaría muy repleta y sería el lugar perfecto, se buscaba una imagen romántica, por eso la luz, ligeras tiras de bombillas,  era la justa y necesaria para que únicamente añadiendo la luz de las velas el ambiente fuera el ideal.

El resultado de la idea fueron más de 140 metros de mesas alargadas en madera vista, guirnaldas de verdes variados en los que destacaba el olivo y adornos cítricos con limones, evocando una cena en la toscana, la encargada de toda la decoración floral, Sonia de @entreflores_cangas que captó a la perfección la idea tan bonita que rondaba la cabeza de estos novios, también fue la creadora del ramo de novia de Blanca.

Blanca arrancó el baile junto a su padre, mientras sonaba «cielito lindo´´ canción que su madre le dedicaba de pequeña y que todos los invitados coreaban mientras sonaba.

La boda duró hasta el amanecer, gracias a R music que hizo las delicias de los invitados que bailaron hasta les dolían los pies!